La inteligencia artificial entra en el debate climático de la COP30

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Aunque la inteligencia artificial (IA) no forma parte oficial de las negociaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), su papel en la lucha contra la crisis climática se ha convertido en tema de debate entre las delegaciones reunidas en Belém, Brasil.

Gobiernos como el brasileño y otros Estados participantes comenzaron a mapear buenas prácticas tecnológicas que podrían acelerarse para fortalecer la adaptación y la mitigación frente al cambio climático.

Innovación al servicio de la agricultura

Un ejemplo inspirador llega desde Laos, donde la investigadora Alisa Luangrath desarrolló un sistema de irrigación inteligente en la provincia de Sawannaket, una región clave para la producción agrícola del país que enfrenta una creciente escasez de agua.

En diálogo con ONU News, Luangrath explicó que la tecnología combina sensores de humedad del suelo, monitoreo de agua subterránea y mediciones meteorológicas, todos integrados mediante inteligencia artificial. Los datos procesados permiten proyectar el estado del terreno, la disponibilidad hídrica y los riesgos de inundación o aumento de temperatura.

“Los agricultores reciben toda la información en tiempo real a través de una aplicación”, señaló la investigadora, quien espera que su presencia en la COP30 le permita forjar alianzas internacionales para llevar esta innovación a otras comunidades vulnerables.

Además, todos los modelos de IA y herramientas de datos creados por su equipo estarán disponibles bajo licencias de código abierto, garantizando el acceso libre para su reutilización y mejora.

El lado oscuro de la tecnología: el costo ambiental de los datos

Sin embargo, el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial también plantea nuevos desafíos ambientales. El coordinador de Telecomunicaciones y Derechos Digitales del Instituto de Defensa del Consumidor (Idec), Luã Cruz, advirtió sobre el impacto energético y territorial de los grandes centros de datos que procesan la información digital del mundo.

“Estos almacenes gastan mucha energía y agua, porque deben mantenerse refrigerados; ocupan un gran territorio y requieren muchos minerales para sus componentes electrónicos”, explicó Cruz.

El especialista señaló que muchos datacenters se instalan en países con poca regulación ambiental o incentivos fiscales, lo que agrava los riesgos ecológicos.

Desafíos en las negociaciones

Uno de los puntos críticos de la COP30 es avanzar en un Programa de Implementación de Tecnologías, que permita a los países en desarrollo acceder a herramientas capaces de salvar vidas frente a desastres naturales cada vez más frecuentes.

Las barreras comerciales y de propiedad intelectual, junto con las limitaciones financieras, son algunos de los temas que obstaculizan la cooperación tecnológica global.

Crisis hídrica y resistencia local

Cruz recordó que países como Países Bajos, Chile y Uruguay han restringido o eliminado la instalación de centros de datos debido a su consumo intensivo de agua, una medida que busca mitigar la agudización de la crisis hídrica.

En Brasil, el Idec sigue de cerca dos casos emblemáticos: uno en Caucaia, Ceará, donde se proyecta un datacenter de la red social TikTok cerca de un territorio indígena Anacé, y otro en Eldorado do Sul, en Rio Grande do Sul, ciudad que sufrió graves inundaciones en 2024 y donde se planea una infraestructura similar.

Para el especialista, la COP30 representa una oportunidad única para repensar el rol de la inteligencia artificial en el desarrollo sostenible: cómo aprovechar su potencial para la adaptación climática sin repetir los errores de un modelo tecnológico que puede profundizar la crisis ambiental que busca resolver.