Cacciola, el sector tiene dos caminos: «convertirse en una potencia regional con reglas claras, previsibilidad e infraestructura, o dejar pasar una oportunidad histórica»

Roberto Cacciola, presidente de CAEM, advirtió que sin planificación, infraestructura y talento local, el crecimiento del cobre será efímero. El RIGI aparece como clave para destrabar inversiones y posicionar a la Argentina frente a gigantes como Chile y Perú.
En el marco del evento Argentina Cobre 2025, realizado los días 4 y 5 de agosto en San Juan, el presidente de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), Roberto Cacciola, trazó un panorama sin rodeos: la Argentina atraviesa un momento bisagra para consolidar al cobre como motor del desarrollo minero nacional.
Su mensaje, dirigido a inversores, funcionarios y empresarios del sector, fue claro: el potencial geológico no alcanzará sin una planificación estratégica que garantice infraestructura y recursos humanos capacitados. En este contexto, Cacciola remarcó que el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) es “imprescindible” para atraer y asegurar inversiones de largo plazo, en particular las orientadas al cobre.
RIGI: el ancla para destrabar el cobre
Desde su aprobación en octubre de 2024, el RIGI tuvo una única adhesión formal en el sector cuprífero: Los Azules, un proyecto ubicado en San Juan, que ya presentó su solicitud con una inversión inicial de USD 227 millones en etapa de factibilidad, y un estimado total de USD 2.700 millones, con miras a iniciar la construcción en 2026.
Según proyecciones de la Conferencia Mundial del Cobre (CRU), el RIGI podría reducir la carga impositiva efectiva para las inversiones en minería desde aproximadamente 47% a 38%, lo que colocaría a la Argentina por encima de Chile y Perú en términos de competitividad fiscal.
Además, se espera que en los próximos días se sume una segunda adhesión: el megaproyecto Vicuña, impulsado por BHP y Lundin, que aguarda presentación formal posterior a la conferencia. De concretarse, se consolidaría una señal fuerte al mercado global.
El verdadero desafío: logística, no geología
“Hoy el cuello de botella no es geológico, sino logístico”, advirtió Cacciola. Con esta frase, puso el foco sobre un tema largamente postergado: la falta de infraestructura integrada que garantice no solo la viabilidad técnica de los proyectos, sino su continuidad en el tiempo.
El presidente de CAEM comparó la situación con modelos exitosos como El Teniente (Chile, 1904) y Chuquicamata (1915), minas que llevan más de un siglo de operación gracias a un entramado robusto de caminos, trenes, energía y conectividad. «Argentina debe construir ese rompecabezas hoy si quiere 50 años de minería”, sostuvo.
El caso del proyecto Taca Taca, con USD 3.500 millones de inversión proyectada, es un ejemplo elocuente: su avance está condicionado a la habilitación de corredores bioceánicos, gasoductos interprovinciales y una red eléctrica confiable.
Por otro lado, Gualcamayo, en proceso de reconversión con nuevas inversiones en energía solar, también evidencia las tensiones entre potencial productivo y realidad logística: la conectividad en zonas alejadas de los centros urbanos se vuelve un factor crítico.
El cobre, entre la oportunidad y la urgencia
La demanda global de cobre no da tregua: su rol como insumo esencial para la transición energética, la electromovilidad y las redes eléctricas inteligentes lo posiciona como un mineral estratégico para las próximas décadas. Argentina cuenta con seis proyectos de clase mundial en cartera —Los Azules, Taca Taca, Vicuña, Josemaría, Altar y Mara—, pero todos requieren condiciones de base para pasar del PowerPoint al terreno.