Expansión minera en los Andes: Lundin obtiene Estudio de Impacto Ambiental para operar en Caserones

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La empresa canadiense Lundin Mining recibió la aprobación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para su proyecto de “Adecuación Operacional” en la faena minera Caserones, ubicada en la Región de Atacama, Chile. La resolución ambiental destraba una tramitación que llevaba más de cinco años, habilitando a la compañía a regularizar modificaciones operativas clave sin alterar la producción ni la vida útil previamente aprobadas.

Desde Lundin celebraron la noticia como un paso esencial para avanzar en sus planes de expansión regional, que tienen como epicentro al Distrito Vicuña, considerado uno de los mayores depósitos de cobre, oro y plata sin desarrollar del mundo.

Un nuevo impulso minero en un ecosistema sensible

Más allá del entusiasmo empresarial, la aprobación del proyecto reaviva preocupaciones ambientales por el creciente avance de la megaminería sobre áreas de alta fragilidad ecológica, como es el caso de la alta cordillera de Atacama. En este entorno extremo y biodiverso, las intervenciones mineras —aunque reguladas— implican impactos en glaciares de roca, cuencas hídricas, suelos periglaciares y especies adaptadas a condiciones únicas.

Caserones se emplaza en una zona altamente prospectiva, con más de 58.000 hectáreas de concesiones mineras, lo que representa una vasta superficie bajo presión extractiva. Además de la operación actual, Lundin Mining está desarrollando una campaña de exploración sin precedentes en la zona y planea iniciar en 2026 el trámite ambiental para un nuevo proyecto de prospección denominado Angélica, ubicado a apenas 2 kilómetros del actual rajo.

Lundin proyecta aumentar su producción en el corto plazo en 30 a 40 mil toneladas de cobre anuales, con una meta de largo plazo de más de 500 mil toneladas por año, lo que la posicionaría como uno de los actores más relevantes del mercado. Sin embargo, el crecimiento de la industria minera —clave en la transición energética por su aporte a tecnologías limpias— no está exento de controles ambientales, especialmente cuando se realiza en ecosistemas andinos donde el agua, la biodiversidad y los suelos son especialmente sensibles.

Aunque el proyecto aprobado no implica una expansión territorial directa, regulariza modificaciones operativas que pueden implicar nuevos impactos acumulativos. En ese sentido, especialistas y organizaciones socioambientales han advertido en múltiples ocasiones sobre la necesidad de evaluar estos permisos con una mirada integral, que contemple el cambio climático, la presión sobre los recursos hídricos y los derechos de las comunidades.