La COP30 de Belém arranca con optimismo: avances en financiamiento, inteligencia artificial y resiliencia climática

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La COP30 de Belém (Brasil) comenzó con un clima de optimismo tras la aprobación por consenso de la agenda, algo que no se lograba en las últimas cuatro cumbres climáticas. Este primer paso abre la puerta a que las negociaciones avancen con mayor fluidez durante las dos semanas previstas para este foro internacional.

En esta nueva jornada, los debates se concentran en adaptación, ciudades, infraestructura, agua, residuos, gobiernos locales, bioeconomía, economía circular, ciencia, tecnología e inteligencia artificial. Entre las iniciativas destacadas figura la creación del Instituto de Inteligencia Artificial para el Clima, que buscará incorporar las últimas innovaciones tecnológicas al servicio de la acción climática.

En materia de financiación climática, España y Alemania anunciaron la puesta en marcha de un fondo de 100 millones de dólares gestionado por bancos de desarrollo multilaterales, destinado a otorgar créditos blandos para proyectos de resiliencia frente al cambio climático en países en desarrollo. El programa, denominado ARISE (Acelerando Inversiones en Resiliencia e Innovaciones para Economías Sustentables), fue celebrado por la directora ejecutiva de la COP30, Ana Toni, quien afirmó que se trata de “exactamente el tipo de ejemplo que queríamos en esta COP: anuncios destinados a la aplicación de los compromisos y que fortalecen el multilateralismo”.

Otro de los ejes de esta edición es la presentación de los informes nacionales de reducción de emisiones (NDC). Un total de 113 países los entregaron al inicio de la cumbre, representando el 69 % de las emisiones globales. Según cálculos de la ONU, si se cumplen los objetivos propuestos, las emisiones se reducirían un 12 % hacia 2035 respecto de los niveles de 2019. Sin embargo, los expertos advierten que este esfuerzo aún resulta insuficiente para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC, tal como establece el Acuerdo de París.

Durante las sesiones, el alto comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, subrayó la “relación muy clara” entre la crisis climática y los conflictos bélicos, al destacar que “la crisis climática, especialmente en comunidades muy pobres, priva a las personas de lo más básico: agua, alimentos, forraje para su ganado y sus cosechas. Esto, con frecuencia, deriva en conflictos étnicos o religiosos”.

La cumbre también recordó el legado del presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, quien traspasó el testigo a Brasil con un llamado a actuar “con ambición y realismo”, manteniendo la hoja de ruta acordada el año pasado para triplicar la financiación climática de 300.000 millones a 1,3 billones de dólares anuales para 2035.

Finalmente, una de las imágenes más simbólicas de la jornada fue la llegada de la flotilla amazónica Yaku Mama a Belém. El contingente, impulsado por más de 60 organizaciones indígenas iberoamericanas e indonesias, recorrió más de 3.000 kilómetros por los ríos Napo y Amazonas atravesando Ecuador, Perú, Colombia y Brasil. Su travesía busca recordar que la lucha climática no se trata solo de compromisos globales, sino de territorios, culturas y modos de vida que están en riesgo.

La Cumbre de los Pueblos, que se celebra en paralelo a la COP30, reúne a estos líderes indígenas para hacer oír su voz y reclamar que la acción climática también reconozca y proteja sus derechos ancestrales.