Lula alerta sobre la urgencia climática en la apertura de la COP30

COP 30 LULAA

Con la mirada del mundo puesta sobre la Amazonia, comenzó oficialmente la COP30, la conferencia climática más importante del planeta, que este año tiene como anfitrión a Brasil, bajo la presidencia de Luiz Ignácio Lula da Silva. La cita, que se celebra en la ciudad de Belém do Pará, llega marcada por tensiones geopolíticas, desastres climáticos recientes y la urgencia de avanzar de los compromisos a la implementación efectiva de soluciones.

La Presidencia brasileña ha definido esta edición como una “COP de Implementación”, buscando dejar atrás los discursos y enfocarse en resultados tangibles. En ese marco, publicó una serie de cartas temáticas que delinean su agenda y visión para la cumbre, con ejes en bosques, financiamiento climático y energía limpia.

El mandatario brasileño denunció que «los intereses egoístas e inmediatos prevalecen sobre el bien común» en las decisiones medioambientales. «La lucha contra el cambio climático debe estar en el centro de las decisiones de cada Gobierno, empresa y persona. La participación de la sociedad civil y el compromiso de los gobiernos subnacionales serán esenciales», declaró.

Brasil: del liderazgo ambiental a la prueba de credibilidad

Los bosques tropicales, especialmente la Amazonia, ocupan un lugar central en la estrategia brasileña. No solo como sumideros de carbono, sino también como motores de estabilidad climática, biodiversidad y medios de vida para comunidades locales.

Durante la cumbre de líderes, Lula tiene previsto lanzar el ambicioso Fondo Bosques Tropicales para Siempre (Tropical Forests Forever Fund, TFFF), con el objetivo de movilizar 125.000 millones de dólares para la protección de los bosques. De ese total, 25.000 millones provendrán de un capital inicial de patrocinadores.

El fondo, basado en un esquema de pagos por resultados a diez años, busca vincular la conservación con retornos financieros y posicionar a Brasil como ejemplo de economía verde. Sin embargo, su éxito dependerá de que logre garantizar transparencia, participación indígena y mecanismos sólidos de financiamiento basado en resultados.

“Belém será el termómetro para medir si el mundo finalmente puede hacer que mantener los bosques en pie sea rentable”, afirman desde el Observatório do Clima.


Una región marcada por tormentas y tensiones

América Latina y el Caribe llegan a esta COP en un contexto convulso. El huracán Melissa, que devastó recientemente a Jamaica, Cuba y Haití, se convirtió en símbolo del impacto directo del cambio climático sobre la región. Su fuerza excepcional y su rápida intensificación fueron atribuidas a las alteraciones del clima global por múltiples observatorios científicos.

A nivel político, la atención también se centra en el recrudecimiento del conflicto por el Esequibo, una región rica en hidrocarburos administrada por Guyana y reclamada por Venezuela. El hallazgo de grandes yacimientos de petróleo por parte de ExxonMobil ha reavivado la disputa, en un contexto de tensiones que también involucra a Estados Unidos, que ha incrementado su presencia militar en el Caribe bajo el argumento de combatir el narcotráfico.

Frente a este escenario, Lula da Silva se ofreció como mediador entre Washington y Caracas, y anunció que el tema será tratado en la cumbre de la CELAC, prevista para los días previos a la COP30 en la ciudad colombiana de Santa Marta.


Estados Unidos, presente pero en las sombras

Aunque Washington no ha confirmado oficialmente la asistencia de su delegación a Belém, su influencia se hace sentir en los foros internacionales. En octubre, durante las negociaciones en la Organización Marítima Internacional (OMI), el gobierno estadounidense trabajó para bloquear un acuerdo global de precios del carbono en el sector marítimo, una señal de su resistencia a nuevos compromisos económicos.

Paradójicamente, desde el ámbito subnacional, más de 14.000 líderes locales, entre ellos gobernadores y alcaldes de Estados Unidos y de otros países, firmaron una declaración conjunta comprometiéndose a reforzar la acción climática y exigir mayor financiamiento para la adaptación.


Voces desde el Sur Global: “Justicia climática, no sacrificios”

Las organizaciones de la sociedad civil latinoamericana llegaron a Belém con un mensaje contundente: sin financiamiento real y justicia climática, la transición energética seguirá siendo un espejismo.

“En vez de transnacionales petroleras y buques de guerra, lo que necesitamos es paz y justicia climática”, expresó Euren Cuevas, del Instituto de Abogados para la Protección del Medio Ambiente (INSAPROMA) de República Dominicana.

“Es vergonzoso que tras 30 años de conferencias aún no tengamos un plan para dejar atrás los combustibles fósiles”, sostuvo Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatório do Clima de Brasil.

“Las zonas de sacrificio del extractivismo son prueba viva de la injusticia climática. La transición no puede edificarse sobre nuevos sacrificios”, agregó la mexicana Aleida Azamar Alonso, de la Universidad Metropolitana Autónoma.

Finalmente, Carola Mejía, de la red LATINDADD, advirtió que “sin dinero ágil, concesional y predecible, no habrá transición justa”, y reclamó una reforma profunda del sistema financiero climático.


Una COP con expectativas globales

La COP30 representa una oportunidad histórica para Brasil y para el Sur Global: la posibilidad de transformar su capital natural en un motor de desarrollo sostenible, al tiempo que se exige a las potencias mayores compromisos de financiamiento y acción.

En Belém, el desafío no será firmar más promesas, sino convertir las promesas en políticas reales.