Mariale Álvarez: «Hoy la sostenibilidad no es solo un área aislada, está integrada en productos, comunidades, operaciones y finanzas»

Lejos de ser solo una tendencia ambiental, la agricultura regenerativa empieza a consolidarse como un modelo productivo capaz de generar beneficios económicos tangibles para los productores. Diversas experiencias en el país y el mundo muestran que prácticas como la rotación de cultivos, la cobertura permanente del suelo y el uso eficiente de los recursos no solo mejoran la salud de los ecosistemas, sino que también incrementan la productividad y reducen costos a mediano plazo.
Durante el foro “La agricultura regenerativa es rentable”, organizado por Syngenta, Mariale Álvarez, directora de Sustentabilidad y Asuntos Corporativos para Syngenta LATAM, dialogo con Futuro Sustentable sobre los desafíos de implementar prácticas regenerativas en Argentina y cómo la empresa busca integrarlas de manera viable para los productores.
—¿Por qué era importante abordar la rentabilidad de la agricultura regenerativa?
—Venimos hablando mucho de agricultura regenerativa, tanto que a veces nos repetimos. Lo que a veces olvidamos es la pata de sostenibilidad financiera o económica de estas iniciativas. Lo que queríamos era tener un espacio para discutir esa parte, y plantear cómo hacer viable el costo de transición para los productores.
—Se sabe que en el largo plazo la agricultura regenerativa es rentable. ¿Cuál es el desafío entonces?
—El tema es cómo financiamos ese costo inicial de transición y cómo se lo mostramos a los distintos estamentos de la cadena de valor, empezando por el productor. Al final, la práctica debe aplicarla quien está en el campo. Empresas como Syngenta queremos que todo productor que use nuestras semillas o productos de protección del cultivo lo haga asociado a una práctica regenerativa.
—¿Cómo se hace viable esta propuesta para el productor?
—En el evento mostramos cómo podemos traccionar y juntar todos esos puntos, conectando productor y consumidor. Presentamos dos ejemplos concretos: uno con PepsiCo y otro con Nestlé.
—¿Cómo funciona el caso de PepsiCo?
—PepsiCo tiene estándares de abastecimiento sustentable, pero no tiene contacto directo con el productor de girasol. Nosotros, que sí proveemos semillas, protección del cultivo y asesoramiento digital, homologamos nuestros protocolos con los de PepsiCo. Así, el productor tiene una propuesta más simple, puede digitalizar sus prácticas para validación, y recibe un plus por el aceite producido de forma regenerativa, a cambio de mantener la práctica y registrarla en una herramienta digital.
—¿Y el caso de Nestlé?
—Se centró en el trabajo con tamberos en agricultura regenerativa. Les dimos espacio para contar su experiencia y generar intercambio de aprendizajes.
—¿Qué papel juega la financiación en todo esto?
—Nuestro socio de la plataforma Nera mostró cómo transformar parte de las ofertas de financiamiento para el sector agro, haciéndolas más favorables cuando se aplican prácticas regenerativas. Esto reduce la barrera de entrada para los productores.
—¿Cómo sigue Syngenta trabajando en sustentabilidad?
—Nos enfocamos en cuatro prioridades: los productos y cómo producir más con menos, promoción de la agricultura regenerativa, involucramiento con la comunidad rural y nuestras operaciones internas, buscando reducir la huella de carbono y mejorar prácticas laborales. La sostenibilidad hoy es transversal: trabajamos con finanzas, sistemas digitales y todos los equipos de la empresa para integrarla.
—¿Hay un cambio de mentalidad dentro de la empresa?
—Sí. Últimamente he hablado más con el departamento de finanzas que con el equipo de sustentabilidad, lo que marca un cambio y una tendencia global: la sustentabilidad ya no es un área aislada, sino parte de la estrategia integral de la compañía.