Reducir el metano, ganar tiempo: la urgencia climática que marcó ISWA 2025

Iswa Metano

La segunda jornada del Congreso Mundial de ISWA 2025 profundizó en uno de los temas más urgentes del debate ambiental global: la mitigación del gas metano (CH₄) en el sector de residuos. Bajo el título “Mitigación de metano en el sector de residuos: el freno de emergencia ante el cambio climático”, la mesa redonda reunió a referentes técnicos y representantes de organismos multilaterales que coincidieron en que reducir el metano es la acción más inmediata y costo-efectiva para limitar el calentamiento global.

Moderada por Anja Schwee, vicepresidenta del grupo de trabajo de ISWA sobre Cambio Climático y Gestión de Residuos, participaron Carolina Urmeneta (Global Methane Hub), Aditi Ramola (ISWA), Tom Frankiewicz (Rocky Mountain Institute, RMI), Jane Gilbert (ISWA), Camille Tahon (Climate and Clean Air Coalition, CCAC) y Jordi Pon (PNUMA, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente).

El metano, el “gas olvidado” que exige acción inmediata

A diferencia del dióxido de carbono (CO₂), el metano permanece en la atmósfera apenas 15 años, pero su potencial de calentamiento global es 84 veces mayor en ese período. Por ello, su reducción se presenta como una de las medidas más rápidas y efectivas para desacelerar el cambio climático.

“Reducir el metano es la forma más rápida de bajar las emisiones y cumplir con el Acuerdo de París”, explicó Camille Tahon, de la CCAC, enfatizando que cada tonelada de metano evitada tiene un impacto casi inmediato en la disminución de la temperatura global.

De los residuos al suelo: el valor del carbono orgánico

Jane Gilbert, vicepresidenta del Comité Científico y Tecnológico de ISWA, hizo foco en el origen orgánico del metano y en la necesidad de repensar el ciclo del carbono: “Cuando hablamos de metano, hablamos de desechos orgánicos. Lo orgánico es bueno en el suelo, pero genera problemas en los rellenos sanitarios. Tenemos que pensar en forma más holística y devolver el carbono al suelo para que actúe como nutriente, no como gas de efecto invernadero”.

Su reflexión sintetiza un principio técnico clave: reintegrar la materia orgánica a los sistemas naturales mediante compostaje, digestión anaeróbica y agricultura regenerativa, en lugar de depositarla en vertederos donde genera emisiones.

Políticas nacionales y economía circular

Desde el PNUMA, Jordi Pon destacó el avance de los países en la inclusión del sector residuos en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC).

“Cada vez más países incorporan objetivos de reducción del desperdicio de alimentos, que hoy representa cerca del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero”, señaló.

Por su parte, Aditi Ramola, directora de tecnologías de ISWA, recordó que mejorar la gestión de residuos tiene efectos transversales: “Transformar residuos orgánicos no solo reduce emisiones, sino que diversifica la matriz energética, genera empleo y fortalece las economías locales”.

De la planificación a la acción: innovación y logística

Carolina Urmeneta, directora de residuos y economía circular de Global Methane Hub, resaltó la necesidad de planificar territorialmente la gestión del metano.

“La reducción de metano es una oportunidad para mostrar avances y movilizar fondos dentro de la agenda climática. Pero debemos planificar: en países como Chile, los residuos recorren más de 100 kilómetros hasta su tratamiento, lo que implica costos energéticos y logísticos que debemos optimizar”.

Finalmente, Tom Frankiewicz, del Rocky Mountain Institute, sintetizó el consenso de los panelistas con una mirada pragmática: “Tenemos la innovación y los datos para mitigar el metano. Ahora debemos convertirlos en acción”.

Hacia una estrategia integral

La reducción del metano en el sector de residuos no solo depende de la tecnología, sino también de una articulación entre políticas públicas, financiamiento verde y soluciones locales adaptadas. La jornada dejó en claro que, frente al cambio climático, el metano representa el “freno de emergencia” que el mundo debe accionar sin demoras, transformando la gestión de residuos orgánicos en una herramienta concreta de mitigación climática.