COP30: redefinen el rumbo climático global y abren una nueva etapa para el Acuerdo de París
En uno de los momentos más desafiantes y frágiles para el Acuerdo de París desde su adopción hace ya una década, la COP30 concluyó en Belém con la aprobación de un paquete de decisiones considerado histórico por su alcance político y operativo. La conferencia logró cumplir con tres objetivos estratégicos: fortalecer el multilateralismo, acercar la acción climática a las personas y acelerar la implementación efectiva del Acuerdo de París.
Bajo el lema “Solidaridad, igualdad y sostenibilidad”, la Declaración de los Líderes del G20 de 2025 hace hincapié en la cooperación multilateral en un contexto de fragmentación geopolítica y económica
La reunión —realizada en el corazón de la Amazonia— también se destacó por equilibrar tensiones entre el Norte y el Sur, entre países desarrollados y en desarrollo, y entre enfoques centrados en la energía, la naturaleza, la tecnología y las comunidades. Las negociaciones lograron articular compromisos y mecanismos concretos para profundizar tanto la mitigación como la adaptación.
El Acuerdo de París fue reforzado mediante decisiones vinculadas a reducción de emisiones, adaptación, financiación, tecnología y desarrollo de capacidades en países en desarrollo. Estas medidas buscan cerrar brechas reveladas en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) y responder a la aceleración de los impactos climáticos.
La COP30 también amplió los compromisos en materia de derechos humanos y participación, incorporando enfoques de género, derechos de pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes, y reconociendo el papel central de los gobiernos subnacionales. La ubicación amazónica del encuentro reforzó la visibilidad de la relación entre clima y biodiversidad, con iniciativas como el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF) y un renovado enfoque sobre los océanos.
La principal decisión política de Belém fue un llamado global contra el cambio climático, un esfuerzo colectivo que marca la transición de tres décadas centradas en negociaciones hacia una nueva fase enfocada en transformaciones reales en las economías y sociedades. El objetivo: acelerar la acción climática en línea con la urgencia que marcan la ciencia y los impactos ya visibles.
Con el consenso de casi 200 naciones, la COP30 adoptó un paquete integral de medidas:
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Acelerador de Implementación Global
Un mecanismo para impulsar acciones de rápida escala, como la reducción de metano y la captura de carbono mediante soluciones basadas en la naturaleza. También se enfocará en puntos de inflexión positivos como renovables, baterías, digitalización y reformas financieras. -
Triplicar la financiación para la adaptación
Una señal contundente para reforzar el apoyo a los países y poblaciones más vulnerables. -
Mecanismo de Belém para una Transición Global Justa
Un nuevo instrumento para acompañar procesos de reconversión económica inclusivos. -
Indicadores voluntarios para el Objetivo Global de Adaptación
Para medir el progreso en resiliencia. -
Programa de Implementación de Tecnología (TIP)
Con cronogramas y prioridades claras para fortalecer las capacidades tecnológicas de los países en desarrollo. -
Nuevo Plan de Acción de Género y Clima
Que busca ampliar la participación e incidencia de las mujeres en todos los niveles de la acción climática. -
Diálogos sobre comercio internacional y clima
Para abordar tensiones y oportunidades en un contexto geopolítico complejo. -
Programa de trabajo de dos años sobre financiación climática
Enfocado en mejorar la previsibilidad de los recursos públicos que las naciones desarrolladas destinan a países en desarrollo. -
Reconocimiento explícito del rol de ciudades y gobiernos locales
Considerados actores indispensables para la implementación efectiva del Acuerdo de París.
Un nuevo capítulo para el régimen climático
La COP30 cierra con una clara señal de renovación política y fortalecimiento del multilateralismo. Las decisiones adoptadas en Belém aportan herramientas concretas para intensificar la acción climática, profundizar la justicia ambiental y social y reforzar la convicción de que solo mediante una cooperación internacional sólida será posible garantizar un futuro seguro y resiliente.
La conferencia de Belém no solo repolitizó el debate global, sino que también trazó una hoja de ruta para transformar compromisos en resultados tangibles. Un paso decisivo en un contexto que exige urgencia, ambición y acción colectiva.