Murió el papa Francisco: su legado ambiental y la denuncia del fracaso político frente a la crisis climática

El pontífice que denunció la indiferencia ante el cambio climático y pidió a las religiones dar el ejemplo para cuidar la “casa común”.
Con la muerte del papa Francisco se apaga una de las voces más críticas y lúcidas dentro del escenario global frente al colapso ambiental. Fue el primer pontífice que colocó al medio ambiente en el centro del debate ético y espiritual del siglo XXI, al denunciar que el modelo de desarrollo vigente estaba destruyendo la Tierra, nuestra «casa común», y atentando contra los más vulnerables.
Francisco, que intentó sin éxito asistir personalmente a la Cumbre del Clima de la ONU en Dubái (COP28) por su delicado estado de salud, participó por videoconferencia en un acto clave junto al gran imán Ahmed al-Tayeb, con quien pidió unirse más allá de las diferencias religiosas para afrontar las dos grandes urgencias de nuestro tiempo: el cambio climático y las guerras. «Demos ejemplo, como representantes religiosos, para mostrar que un cambio es posible», dijo entonces, exhortando a un estilo de vida más respetuoso y sostenible.
Crítica a las cumbres climáticas: fracaso del bien común
Para Francisco, las cumbres climáticas fueron, en buena medida, una gran decepción. En más de una ocasión denunció que “los intereses políticos y económicos prevalecen sobre el bien común”, en referencia a la falta de compromisos reales y ambiciosos por parte de los gobiernos.
Su frustración con estos encuentros fue proporcional a su esperanza inicial, expresada con fuerza en la histórica encíclica “Laudato si” de 2015, un texto que marcó un antes y un después en la mirada de la Iglesia sobre los temas ambientales. Allí advirtió sobre la “deuda ecológica” del Norte global con los países del Sur, y planteó que la degradación ambiental y la exclusión social eran dos caras de la misma moneda.
Ese mismo año participó —esta vez de forma virtual— en la emblemática COP21 de París, donde pidió a los líderes mundiales un esfuerzo extraordinario por el futuro del planeta. De ese encuentro surgió el Acuerdo de París, la mayor referencia actual en la lucha contra el cambio climático, aunque según Francisco, su implementación fue tibia y lenta.
«Somos parte de la naturaleza»: un mensaje ético y político
Uno de los mensajes más repetidos del pontífice fue que “los seres humanos somos parte del ambiente, no algo separado o superior”. Por eso, advirtió que cualquier daño a la naturaleza es, en última instancia, un daño a la humanidad misma. Su mirada, profundamente ética, apuntaba a una transformación de fondo: no solo cambios tecnológicos, sino una conversión ecológica y cultural.
En su última exhortación apostólica, “Laudate Deum”, publicada en octubre de 2023, el papa fue aún más contundente. Afirmó que “el mundo se está desmoronando” y advirtió que estamos cada vez más cerca de un punto de no retorno. En el documento, criticó sin rodeos el negacionismo climático y el cinismo de quienes ridiculizan el ecologismo como una moda romántica o ideológica, cuando en realidad está en juego la supervivencia de millones de personas.
“El impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas”, escribió. Y recordó que sus consecuencias ya se sienten en la salud, el trabajo, la vivienda, el acceso al agua y los movimientos migratorios.
Un líder moral en tiempos de crisis
La muerte de Jorge Mario Bergoglio deja un vacío en la escena internacional, no sólo en el ámbito religioso. Su liderazgo fue clave para poner el foco en la urgencia ambiental desde una perspectiva humana, solidaria y global. Mientras la política internacional tropieza una y otra vez con los intereses de corto plazo, Francisco habló con la claridad de quien no buscó agradar a los poderosos, sino defender a los pobres y a la Tierra al mismo tiempo.
En un mundo donde el negacionismo, la indiferencia y la inacción se combinan con discursos vacíos, su voz queda como un faro. Un recordatorio de que el tiempo para actuar se acaba, y que sin justicia ambiental no habrá ni paz duradera ni futuro posible.