Desalinización en Chile: la gran apuesta hídrica de la minería que podría inspirar a San Juan

Desalacion chile

Frente a una crisis hídrica prolongada, la industria minera chilena lidera a nivel mundial en el uso de agua de mar para sostener su producción. El modelo podría ser una referencia para provincias argentinas como San Juan, donde el agua dulce también es cada vez más escasa.

La escasez de agua dulce en Chile es un problema que se arrastra desde hace más de una década. A la disminución de las nevadas en la Cordillera de los Andes y el retroceso de los glaciares se suma una presión creciente por parte de sectores productivos estratégicos, como la minería. En ese contexto, el país trasandino ha encontrado una alternativa clave: la desalinización del agua de mar.

Chile es hoy el mayor usuario de fuentes de agua alternativas del mundo, con 22 minas que ya utilizan agua del océano Pacífico para sus operaciones. Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), se proyecta que en 2033 el 71% del agua utilizada por la industria del cobre será desalinizada. Más aún, la Política Nacional Minera 2050 establece que para 2040, el 95% del agua empleada por la minería deberá provenir del mar.

Un desafío técnico de gran escala

Transportar agua desalinizada desde la costa hasta minas ubicadas a más de 3.000 metros de altura no es una tarea menor. El modelo chileno implica la instalación de plantas en la costa, con tomas de agua protegidas para evitar el impacto en la biodiversidad marina, y la construcción de ductos de gran diámetro —de hasta 1,20 metros— que recorren cientos de kilómetros con estaciones de bombeo en el camino.

Este sistema, aunque eficaz, es también costoso. La Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES) estima que desalar agua cuesta entre 1 y 2 dólares por metro cúbico, pero llevarla a la cordillera puede elevar el costo total a 5,6 dólares. En algunos casos, el transporte puede representar hasta el 60% del gasto total.

Manuel Viera Flores, presidente de la Cámara de Minería de Chile, advierte que los costos operativos pueden llegar hasta los 10 o 12 dólares por litro en escenarios extremos, lo que implica que solo los grandes proyectos, con altos márgenes de ganancia, pueden justificar esta inversión.

Impactos y mitigación

Además de los desafíos técnicos y financieros, la desalinización también implica riesgos ambientales y sociales. La alteración de ecosistemas marinos, el consumo energético intensivo y los posibles conflictos con comunidades pesqueras son aspectos que deben ser gestionados cuidadosamente.

Entre las medidas para mitigar los impactos se destacan la instalación de descargas en aguas profundas para diluir la salmuera, el retiro de metales pesados antes del vertido y la localización estratégica de las infraestructuras para evitar afectar zonas sensibles o especies de importancia para la pesca artesanal.

¿Una solución replicable en Argentina?

El modelo chileno de desalinización no está exento de críticas, pero ha demostrado ser una solución viable frente al estrés hídrico. Para provincias argentinas como San Juan, donde el agua continental también escasea y la minería tiene un rol creciente, este tipo de infraestructura podría marcar el camino hacia una producción más resiliente y sostenible.